lunes, 1 de diciembre de 2008

ABC VENEZOLANO - PAN DE JAMÓN

El pan de jamón, ese que anualmente nos llama en las celebraciones decembrinas con el suculento aroma que lo caracteriza y sus sabores de contrastes, es un invento totalmente criollo, más bien de la ciudad de Caracas, que emergió de los hornos de Ramella, la panadería de Gustavo Ramella ubicada entre las capitalinas esquinas de Gradillas y Solís, el 19 de diciembre de 1905. Un relleno elaborado exclusivamente de jamón se encargó de seducir los paladares y los sentidos de los caraqueños en un primer momento, pero pronto la inventiva e iniciativa local se dio a la tarea de enriquecer esta nueva creación con los más diversos ingredientes, desde aquellos que todavía forman parte del relleno, como las pasas y aceitunas, hasta algunos que han caído en desuso, entre ellos las nueces, almendras y alcaparras, pasando por la pechuga de pavo y el queso crema usados en las versiones más modernas.

Pero un buen pan de jamón, capaz de impactar gratamente los sentidos para perdurar en la memoria, esconde un secreto adicional: un chorrito de melao de papelón mesclado con un poco de melaza, ambos juntos los podemos mezclar con la masa. En este caso, el toque salado se lo aportan las aceitunas y el dulce las uvas pasas junto al papelón. Cuando se extiendes los ingredientes y se procede a enrollar el pan le agregas un chorrito de melao de papelón adentro, ese es el gran truco, además de la pasión que puedas´poner en la elaboración.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

ABC VENEZOLANO - AGUARDIENTE Y ALIÑADO


Producto de una conversación con una gran amiga de la infancia y adolescencia que sostuve esta tarde, la cual trajo a mi memoria pensamientos gratos que pasamos juntos no solo con ella si no con su familia y hermanos, donde entre juego u juego nos tomábamos en la ciudad de Valera un aguardientico.

"¿Y quién de ustedes no se ha echado un traguito de aguardiente?", diría algún abuelo nuestro o amigo sobre esta superconocida bebida espirituosa que apaga la sed en las celebraciones familiares de tantos pueblos venezolanos y, al mismo tiempo, alborota las penas de las víctimas del infame guayabo y de aquellos amores. "Mátame aguardiente que el amor no pudo", dicen, afortunadamente en son de broma, los despechados. "Con tan sólo acercarlo al fuego se prende una llamarada que casi parece obra del mismísimo diablo", En nuestras hermosas tierras Venezolanas, muchos lo ingieren al son del joropo.

Rafael Cartay, en su Diccionario de Cocina Venezolana, cuenta que este licor proviene del jugo de la caña del azúcar fermentado, destilado y aromatizado. La variedad de presentaciones, dependiendo de lo que se le añada, es vasta: canelita, duraznito, menta y pare usted de contar si se toman en cuenta los brebajes que se suelen inventar para restarle su típica amargura. Los más valientes dejan colar las hierbas aromáticas del miche andino para no pasar frío. Aunque si de temperatura se trata, nada mejor que un calentaíto, otra invención de aquella hermosa región andina que contiene, además de aguardiente, papelón, clavos de olor o canela.

Y... Dónde me dejan el ALIÑADO?.

El muy especiado su nombre pertenece a un brebaje casero preparado con aguardiente o ron blanco, "envenenado" con miel de abejas, papelón, ramas, especias y frutas, entre otras yerbas aromáticas que le regalan su característico sabor. También conocido como mistela, champurria o miaos, en tierras andinas, o bajo el simple apodo de bebedizo en algunas regiones del oriente del país, el aliñado -como se le nombra en Sucre-, se sirve, por lo general, para celebrar la llegada de un nuevo miembro a la familia, y debe ser macerado por, al menos, seis meses.

viernes, 14 de noviembre de 2008

ABC VENEZOLANO - AJI

AJI

Forma parte de los legados que el Nuevo Mundo nos dejó y se dice que fue la primera especia con la que se toparon los españoles en suelo americano. Desde entonces aparece reseñada en diversos escritos. Cristóbal Colón, por ejemplo, lo menciona comparándolo con la pimienta al referirse a su uso. Originario de Sur y Centro América, también se le conoce como chile,guindilla o ushu (en quechua), aunque su nombre original en tierras aztecases chilli. La palabra ají, de su lado, proviene de las antillas. Su denominación científica es Capsicum sp y su principio activo es la capsicina, que le da su carácter picante. Forma parte de la familia de las solanáceas, a la cual también pertenecen las papas, las berenjenas y los tomates. Asimismo, los ajíes están emparentados con los pimientos.

Sea como fuere, esta especia está presente en todos los fogones latinoamericanos, aunque países como México y Perú se llevan la batuta, pues han llegado a darle usos verdaderamente increíbles, al punto de tenerlo como ingrediente principal hasta en caramelos y helados. En el caso de Venezuela, lo consumimos en sus variantes dulce y picante, y aunque dicen los expertos no es el eje de nuestra cocina, sí es parte de su alma y sazón y en lo personal pienso que es uno de los ejes importantes de nuestra maravillosa cocina venezolana. Los indios caribes lo usaban como condimento único y son numerosos los relatos que hacen referencia a su presencia y empleo en nuestra culinaria. Esto ha permanecido inalterable en el tiempo. En la actualidad es posible adquirirlo tanto en mercados libres como en supermercados exclusivos. De hecho, hoy día es casi inconcebible su ausencia a la hora de comer y preparar ciertos platos.

Así nos picamos, en general, se conocen más de 20 variedades picantes entre las que destacan: jalapeño, habanero, anaheim, poblano, serrano, california, negro, guajillo, pasilla, mulato, malagueta, ancho, chiltepin, piquín, chipotle, mirasol, rocoto, caribe, chirel, chirere y peruano. Casi todos pueden consumirse frescos, deshidratados o pulverizados. Mezclados hasta dan origen a otra clase de condimento, como es el caso de la mal llamada "pimienta de cayena", que es, en realidad, el resultado de varios tipos de ajíes molidos.

En el país los de uso frecuente son el chirel, el chirere y el caribe. Cualquiera de ellos se sumerge, por lo general, en vinagre contenido en frascos de vidrio de boca ancha, para formar ajiceros. De hecho, los venezolanos no solemos utilizar el ají picante como parte de la preparación de las comidas, pues se le considera más como un acompañante.

Por su parte, en la región andina, en lugar de vinagre utilizan leche o suero. De allí que por esos lares sea más común el "picante de leche". En otras regiones se le agrega lechosa verde, maguey, pedazos de cebolla, cebollín y especias como clavos de olor, canela y guayabita. En realidad, no existe una receta única para preparar un ajicero, cada familia tiene su particularidad, aunque en líneas generales todas las fórmulas coinciden de una u otra manera. Finalmente, no importa cómo se haga, lo fundamental es que el frasco esté limpio y que no se toque el contenido con las manos. Asimismo, nunca se debe introducir en el frasco una cuchara que ya se ha llevado a la boca porque se daña el ají, o, como dicen las abuelas, el contenido "se empicha" o "se nace".
Aunque los venezolanos no llegamos a los extremos de enchilarnos como se dice en México, el toque picante es importante en la dinámica culinaria y la presencia de los ajiceros es casi obligada en cualquier expendio de comida criolla, donde es común encontrarse con lo que eran frascos de mayonesa o salsa de tomate llenos de esa sustancia picosa, que escapade su encierro a través de huequitos hechos en la tapa de manera rudimentaria.

El más popular. El ají dulce, uno de los secretos mejor guardados delos fogones criollos, el sabor que le confiere a todo lo que toca no tiene comparación. Tiene la fuerza del ají, que exalta lo mejor de los guisos, pero sin picar, sin adormecer las papilas gustativas. Su presencia en hallacas, guisos y sancochos es incuestionable, pero la relevancia de laque goza en la actualidad deriva de la tendencia gastronómica en años recientes, cuando estamos redescubriendo las maravillas de nuestros calderos.

El gastrónomo e historiador, el profesor José Rafael Lovera afirma que el ají dulce "pasó a ser parte de los ingredientes de nuestra cocina, porque integra el sofrito, junto al ajo, la cebolla, el cebollín y el pimentón. Aunque al igual que con los ajiceros, cada cocinero criollo tiene su versión".Básicamente hay dos tipos de ají dulce: el alargado y el redondo, pero se ha de tener cuidado porque, de vez en cuando, alguno puede tornarse picante.

Los maracuchos hablan en esos casos del "ají misterioso". Los del oriente del país son los que gozan de mejor fama, porque expresan su sabor y olor de manera indiscutible y los hay rojos, amarillos y verdes. "Las personas escogen los maduros (cuando van al mercado); no obstante, los verdes dan más sabor. En realidad, el punto óptimo para consumirlos es cuando aún no están totalmente maduros. Como dicen en Cumaná, que estén 'jechos'.
En los últimos años el ají dulce ha sido objeto de revisión y se han potenciado infinitamente sus propiedades gastronómicas: es común encontrar salsas, chutneys, jaleas y rellenos en los que se usa como ingrediente principal.Los más grandes se rellenan e, incluso, en algunos lugares los tempurizan, incorporando a su preparación técnicas culinarias de otras culturas.

sábado, 18 de octubre de 2008

ABC VENEZOLANO - ACEMITA

ACEMITA
Ya comenzamos nuestro recorrido alfabético por nuestro pan tradicional "LA AREPA", y qué mejor manera de continuar este recorrido gastronómico que con el pancito dulce tradicional de nuestra región andina (Mérida, Táchira y Trujillo), pancito que es tan tradicional en los venezolanos como lo es la baguette para los Franceses. El particular sabor de la acema, logrado a través de la mezcla de afrecho, canela y papelón, ha trascendido las fronteras del piedemonte andino, haciéndose sentir y llegando a toda la geografía nacional, al punto de que son pocos los venezolanos que no se han deleitado con una buena ración de estas suaves acemitas remojada en café con leche y acompañada con queso blanco rallado. Además de la receta original, también se pueden encontrar variantes como la acema de chicharrón y la acema carachera (preparada con anís y miel), que debe su nombre al municipio trujillano de Carache. Cuando el pan es pequeño, de qué otra forma podíamos haberlo bautizado sino como ACEMITA.

¿Qué Hacer con el resto de los vinos que quedan en las Botellas?

Cuando hablamos de los procesos que se desarrollan en la conservación de los vinos, aclaramos que, antes que el vino llegue a la botella, encontrándose en las vasijas o barricas, existe evidentemente, un contacto del vino con el oxígeno del aire y a esta fase se suele denominar, -fase oxidativa-.

Luego, una vez que el vino llega a la botella, la fase predominante se llama -reductora-, porque la bebida no está en contacto con el aire y sobre todo el oxígeno.

Así, cuando se descorcha una botella, alteramos esta fase reductora sin presencia de oxígeno, y el aire entra en contacto con el vino, provocando un proceso de deterioro.

Cuanto más ligero es el vino, más rápido será el proceso de deterioro.

Hay dos medidas a tomar cuando le queden envases a medias, sean botellas Mágnum, de 750cc, o las mismas damajuanas con fino.

1) Pasar el vino que queda a envases más pequeños y tapar bien.

2) Colocar en ambiente bien fresco. Ya que el frío retrasa los procesos de deterioro del vino.

De esta, manera, cuando le queden restos de vino en la botella y conociendo las lógicas consecuencias del contacto del aire con el vino, no se desespere!.

Una de las soluciones más sencillas y cercanas a la mano, es tener botellas de menor capacidad y colocar aquí los restos. De esta manera, se llenan estas botellitas hasta arriba y se tapan lo más herméticamente posible. Si bien el vino perderá parte de la frescura original, se mantendrá más tiempo en el mejor estado posible.

En el caso que Usted compre vinos finos en damajuanas en las mismas bodegas, le sugerimos pasar el vino a botellas de 750cc y encorchar.

Si comparte grandes vinos con sus amigos, mejor tómelo todo, recordando que si lo guarda nunca será igual al que degusta originalmente.

lunes, 13 de octubre de 2008

ABC VENEZOLANO - AREPA

AREPA

La arepa es lo más parecido al "pan nuestro de cada día". muchos venezolanos a pesar de comer arepas a diario no conocen el origen de lo que se lleva todos los días a la boca. Esta excelente torta confeccionada a partir del maíz proviene de las manos de los primeros pueblos indígenas que habitaban nuestras tierras, aunque es sólo después de la llegada de los españoles a América cuando se comienzan a reseñar los pasos que seguían los nativos durante su preparación: "Con el maíz hacían unas tortas tan gruesas como un dedo, que llamaban arepas", escribió en 1652 Bernabé Cobo.

Y así comienzan las cosas, el desacuerdo aparece cuando se pretende aclarar de dónde viene su nombre: algunos aseguran que éste deriva del primer utensilio utilizado para su cocción, precursor del popular budare: el aripo, una especie de plancha, un tanto curveada, hecha de barro. Del otro lado están los que afirman que la denominación procede de "erepa", nombre que le daban los cumanagotos al maíz.

Sea como sea, lo cierto es que en los hogares de nuestra hermosa geografía, esta suerte de torta es la verdadera reina y... no pepeada de la mesa venezolana, en cualquiera de sus variantes: de maíz "pilao", "pelado" o precocido, sin olvidar la muy deliciosa de trigo oriunda de los estados andinos.
Las arepas de maíz "pilao", cómo no, son las precursoras de toda arepa. Eran las habituales en la época previa a la mecanización del proceso y, aún hoy en día, se siguen elaborando en algunos pueblos del interior, sobre todo en el oriente de Venezuela. Para hacerlas había que sudar copmo un cochino, como se dice coloquialmente, ante el criollo e inconfundible pilón, donde el grano seco se descascaraba y se separaba del germen y de la cutícula mediante fuertes golpes asestados con el dichoso mazo. Una delicia que ahora se considera prácticamente "artesanal". Y qué decir de las arepas "peladas", populares en la zona occidental del país, concretamente en Lara y Falcón, donde los visitantes pueden adquirirlas en plena carretera, junto a una cremosa natilla, el no menos exquisito suero de la región o el queso de cabra. Las arepas "peladas" se elaboran con el grano que no está completamente seco, que se cuece con ceniza o cal y que, seguidamente, se frota para eliminarle la cutícula que lo cubre. El particular sabor y textura que le concede a la arepa este procedimiento es verdaderamente excepcional, parecido, por cierto, al de las tradicionales tortillas mexicanas. En Venezuela, las más reputadas son las que se confeccionan en Coro.

Ahora bien, la arepita que nos llevamos todos los días a la boca, la de harina precocida, se fabrica industrialmente desde los sesenta, gracias a los buenos oficios de Empresas Polar que la introdujo al mercado con el lema: "Se acabó la piladera". Y aquello se convirtió, literalmente, en toda una masificación.

"No es conveniente ingerir la arepa sola, porque carece de vitaminas. La niacina, al igual que otras fuentes proteicas, la pierde por la 'pilación'", Lo cual, obviamente, no es ni ha sido nunca motivo de complicaciones, pues este hermoso producto culinario admite casi cualquier relleno: jamón, queso blanco, amarillo, guayanés o telita, pollo, perico (Huevos revueltos), pernil, carne mechada, cazón, huevos de codorniz, pepitonas… y tantos, tantos otros, solos o combinados, lo cual ha dado para toda clase de mezcolanzas y apodos con mucho ingenio como "dominó", para la rellena con caraotas negras y queso blanco rallado; "pelúa", la de carne mechada y queso amarillo; "patapata", nada menos que con queso amarillo, caraotas negras y aguacate; o "reina pepiada", la gran favorita, cuyo relleno consta de ensalada de gallina y aguacate.

Y si se sigue indagando en el arte de nuestras tortas de maíz favoritas, se pueden conseguir otras características que dependen de los distintos ingredientes que añadimos a la masa, de la manera en las que las cocinamos o de su forma y tamaño. Así van apareciendo las redonditas y no tan grandes arepas de chicharrón; las morenas y abombaditas arepitas dulces, con su ligero sabor anisado; las muy delgadas "telitas", típicas de los estados andinos.
También del occidente, cómo obviar las arepas de trigo, inigualables al lado de una natilla. Las "aliñadas", a cuya masa se le agrega queso, huevo, papelón, anís y polvo de hornear. Las muy zulianas de coco, que se deben hacer a la parrilla y nunca en budare, colocando la masa sobre una hoja generalmente de uva de playa. Su preparación requiere de coco y papelón. Las "tostadas", aquellas que una vez preparadas y rellenas no se comen al momento, pero que, al rato o al día siguiente, se humedecen un poquito y se colocan en la parrilla; o también se rebosan en huevo batido y se fríen en aceite muy caliente. Para los comensales de mayor apetito se reservan las "rueda de camión", también llamadas "arepa quiebra" o "tumba budare", donde se podría colocar un pabellón sin mucho inconveniente. Los niños de la casa prefieren las arepitas fritas con su crujiente huequito en el centro: blancas o amarillas. Y para aquellos a quienes no les rinde el tiempo para cocinarlas ni fritas ni asadas, está el revolucionario "tostiarepa", artefacto eléctrico que las deja lista en cuestión de minutos. Finalmente, si la arepita se quedó fría y nadie la consumió, por allí habrá algún candidato que la hierva en leche o la remoje en suero y le agregue su buena ración de queso blanco rallado, y porque no tostarla con alguno de nuestros rellenos favoritos en la tostadora bien curada que tenemos todos los venezolanos en casa.